Cobrar bien es el punto de partida

Cobrar bien no es una estrategia. Es el punto de partida.

Y sin embargo, es una de las cosas que más ansiedad nos provoca a los creativos.

Después de más de veinte años trabajando en fotografía comercial y en distintos modelos de negocio creativo, hay una pregunta que me persigue, venga de colegas nuevos o de gente con décadas encima:

¿Cuánto cobras?

No es una pregunta simple. Nunca lo ha sido.

Porque no se trata solo de un número. Se trata de identidad, de experiencia, de inseguridades, de miedo a perder el cliente, de no saber si estamos “pidiendo demasiado” o, peor todavía, de intuir que estamos cobrando muy por debajo de lo que el proyecto realmente exige.

He visto a demasiados creativos talentosos vivir en ese limbo.

Trabajan mucho. Entregan bien. Pero no logran sostener su práctica.

Y no porque no sean buenos. Sino porque no están claros en cómo cobrar ni por qué.

Ahí es donde empieza el verdadero problema.

Cobrar bien no es cobrar caro. Tampoco es una técnica de negociación ni un truco psicológico. Cobrar bien es entender, con claridad brutal, tres cosas fundamentales:

Quién eres tú como profesional. Quién es tu cliente. Y qué es realmente el proyecto.

El primer eje eres tú.

Tu experiencia, tus años de trabajo, los errores que ya pagaste, los clientes con los que has trabajado, los estudios que tienes, pero también algo que rara vez se nombra sin incomodidad: tu percepción de valor.

Cuán bueno eres.

No desde el ego, sino desde la comparación honesta con el mercado real en el que juegas. Saber dónde estás parado no es arrogancia; es responsabilidad.

El segundo eje es el cliente.

No todos los clientes valen lo mismo, ni todos los proyectos tienen el mismo nivel de exposición, impacto o uso. La industria en la que se mueve ese cliente, el alcance de tu trabajo, el problema que le estás resolviendo y lo importante que ese proyecto es para su negocio cambian radicalmente lo que ese trabajo vale.

El tercer eje es el proyecto.

Los detalles importan.

Urgencia. Alcance. Tu rol real. Si diriges o solo ejecutas. Si editas o entregas crudo. Si necesitas asistentes, equipo adicional, gastos invisibles que nadie ve pero que tú sí pagas.

Muchas veces no cobramos mal porque no queremos preguntar. Otras veces, porque ni siquiera sabemos qué preguntas hacer.

Y ahí es donde entra Elysanta Pricing Co‑Pilot.

No lo creé para decirle a nadie cuánto cobrar. Lo creé para sacar a los creativos del no saber.

Para ordenar la información. Para hacer las preguntas correctas. Para tener una conversación clara —como la que tendrías con un colega honesto— antes de enviar una cotización.

El Copilot no es una fórmula. Es contexto.

Es un rango razonable. Es lógica aplicada. Es un punto de referencia que te permite decidir conscientemente si quieres trabajar un proyecto en el rango bajo, medio o alto. Pero decidirlo tú, no adivinarlo.

Mi preocupación con todo esto es simple y profunda a la vez.

Si seguimos cobrando mal, no vamos a tener industria.

Ni en cinco años. Ni en diez.

Ya he escuchado demasiadas veces la misma confesión: “Todos los meses pienso en dejar esto. No me está dejando dinero.”

Cuando una industria no es sostenible, el talento se va. La gente se convierte en barista, cambia de campo, se resigna. Y no porque no ame lo que hace, sino porque amar no paga renta.

Otros campos tienen licencias, asociaciones, marcos claros que protegen el valor del trabajo. La industria creativa, en gran medida, no.

Por eso comparto esto públicamente y de gratis.

Porque cobrar bien no debería ser un secreto guardado por unos pocos que “aprendieron a la mala”. Debería ser información accesible para que podamos dirigir mejor a clientes, a agencias y a la industria completa hacia relaciones más sanas y sostenibles.

Elysanta Pricing Co‑Pilot no es el final de la conversación. Es el comienzo.

Cobrar bien no te hace menos creativo. Te permite seguir siéndolo.

Y si logramos claridad individual, podemos elevar el valor colectivo.


Ese es el verdadero objetivo.

Eli Santa




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